sábado, 14 de noviembre de 2015

4. Aprendiendo a no ocultar mi bagaje(por Roberto)

Esto es un relato de una sesión que tuvimos con una psiquiatra consejera matrimonial en donde logré aceptar no ocultar mi bagaje, con el fin de complacer mejor a María.

"Señor Aguante, Señora LaCocktease, bienvenidos a mi consultorio."

"Gracias doctora," dijimos juntos.

"Primero, quiero aclarar porque el Dr. Gonzales les ha referido a mí. De acuerdo con el expediente de sus sesiones de terapia de parejas con él, ambos presentan algunas conductas - agravadas por una condición física en el caso del Señor Aguante -, que pueden requerir un análisis más profundo por alguien del sexo femenino."

"Disculpe, doctora, pero ¿puedo pedirle a aclarar para mí lo que quieres decir por condición física?"

"Aquí dice que usted tiene personalidad tipo macho alfa y un pene bastante grande, Roberto. Pero que era una fuente de vergüenza para ti como niño y que puedes ser traumatizado por esto."

"¿Es verdad, Roberto?" me preguntó Maria. "¿Has sido avergonzado por su pollita?"

"Es que cuando yo era adolescente, tuve un montón de problemas ocultándolo. Todos se burlaban de mí por ello y eso me hizo sentir muy incómodo. A veces, también era incómodo físicamente."

"Está bien," dijo la doctora. "¿Por qué no empezamos sobre este hablando de la incomodidad física que tuvo?"


Roberto 2015
"Eso fue más o menos por culpa de esos pequeños escritorios que utilizan en las escuelas. No había suficiente espacio debajo de ellos para abrir mis piernas cuando tenía que ajustarme. Así que a veces mi pene se metió en una posición incómoda, y yo no podía ajustarlo. O mis huevos fueron apretados porque no podía abrir mis piernas lo suficientemente amplia, mientras estaba sentado en el escritorio. Y esto duele."
"Es verdad, doctora. Su escroto es el tamaño de una manzana," confirmó Maria.

"Vale" dijo la doctora, escribiendo algo en nuestro archivo sin levantar la cabeza. "¿Y las burlas? Por favor, ¿me puedes dar un ejemplo?"

"Ufff. Bueno..." dije, mirando no solo a la doctora, pero también a Maria. "Supongo que ustedes saben que un joven no siempre puede controlar sus erecciones. Y un día en la escuela tuvimos una clase de natación mixta - los chicos y las chicas juntos en la pecina. Pero no nos permitieron utilizar nuestros propios trajes de baño. La escuela los

Roberto en traje de baño
proporcionaba y eran básicamente Speedos. Y bueno, como María puede decirle, si se hincha el pene, es muy notorio."

"Sí. Eso también es cierto, doctora."

"Está bien,” dijo. “Seguí, por favor."

"Así que, por supuesto, todo el mundo podían ver mi bulto, y me di cuenta de que varias de las chicas estaban chismeando entre ellas al respecto. Pues, fui humillado."

"¿Cuántos años tenías en ese momento, Roberto?" preguntó la doctora.

"Catorce."

"Ya veo. Y a medida que estabas creciendo, fuiste capaz de superar su vergüenza?"

"Sí. Claro."

"¡Está mintiendo, doctora!" intervino María. "Hasta el día de hoy él siempre compra pantalones sueltos e incluso a veces le lleva puesto dos pares de ropa interior para tratar de ocultar su forma."

"¿Esto es verdad, Roberto?"

"Sí. A veces. Pero no es por vergüenza. Es para ser prudente. Es decir, en determinadas situaciones..." balbuceé.

"¡Ridículo!" gritó Maria. "Tú siempre quieres que me pongo ropa ajustada y


Roberto 2013
reveladora, e incluso andar sin sujetador. Así que, lo que es bueno para la gansa también debe ser bueno para el ganso. ¿No te parece, doctora?”

"A mí, sí. Pero lo importante es lo que usted piense, Señora.”

"Pues, sí, es muy importante para mí, doctora. Soy una dama de primera, incluso una esposa trofeo, como antes solían decir. Así que yo quiero que todo el mundo vea que mí marido es lo suficiente macho para merecer una hembra como yo. Y eso significa que ellos ven que él está bien dotado."

"Entonces, Roberto, parece que tu esposa es muy decidida en esto. Entonces ya sabes que debes hacer, ¿no?"

"Uh, ¿usted me está diciendo que tengo que usar pantalones ajustados, doctora?”

"No, Roberto, es tu señora que te está diciendo esto. Y deseas complacerla, ¿no?”

"Sí, doctora, claro que sí. Pero... Es que... Mí bulto puede ser muy obvio y muchos lo miran.”

"Escúchame, esto a ti no te importa. Tú deber es complacer a tu señora..."

"En realidad, doctora, últimamente Roberto ha sido listo, dispuesto y capaz de satisfacerme. Pues no creo que usted debe preocuparse mucho por eso."

¿Es verdad, Roberto?"

"Sí, doctora. Hace poco me he dado cuenta que mí deber es complacer a María, y estoy listo, dispuesto y capaz de hacerlo." Respondí casi sin pensar, mientras inesperadamente sentí mi pene comienza a hincharse.

"Interesante," dijo. Pero ya es hora, entonces nos veremos en la próxima sesión."

"Gracias, doctora" respondimos juntos y María se puso de pie. Pero yo me senté pegado al sofá, porque mi polla ahora era tan duro que estuvo a punto de asomarse de la parte superior de mis pantalones. María parecía saber instintivamente lo que estaba pasando y le preguntó a la doctora si hubo un baño que podíamos usar.

"Sí, por supuesto. Hay una pequeña al fin del pasillo a la derecha."

Me puse de pie, avergonzado por el enorme bulto en mi entrepierna. Intercambié una breve sonrisa con la doctora, y tomé la mano de María, quien me parecía tener una rara mirada culpable en su rostro. Entonces nos fuimos directamente al cuarto de baño donde ella trató de hacerme acabar chupando la polla.

Pero a pesar de su maestría oral, ésta era una de esas erecciones que duran. Así que no tuve más remedio que ponerla contra la pared y levantar su falda. Siempre la dama, ella no portaba bragas y de golpe comencé a follarla rápido y duro. Pero incluso con eso, me tomó un largo rato a terminar y cuando salimos del baño pareció que todos han ido a casa.


A trabajar

Mi bagaje

Más relajado

También les puedo contar que, desde esa sesión, he dejado de preocuparme para ocultar el pene. Y tengo que admitir que ahora es mucho más fácil vestirme. Además, cuando estoy en público y noto que una mujer está mirando mi entrepierna, simplemente me pongo la espalda recta, miro sus ojos, sonreír, y decirle "¡hola!" Y en muchos casos, ya son ellas en vez de mí que se ven avergonzadas....


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